Wednesday, June 27, 2007

poetas en el cine

Rodrigo Portales escribe sobre los poetas en el cine peruano en el blog de cinencuentro http://www.cinencuentro.com/2007/06/27/poetas-en-el-cine-peruano/#comment-75024
Trabajé en cuatro de estos cortos documentales realizando mis pininos cinematográficos como asistente de cámara allá a principios de los noventa. Ya comentaré algo de esa experiencia.

Wednesday, June 20, 2007

Bocanada


Thursday, May 31, 2007

concursos e internet

Tengo algo abandonado este blog porque al participar en un concurso de cuentos, descalificaron algunos de los que están aquí, justamente por estar aquí. Es sabido que solo se aceptan cuentos inéditos en los concursos, pero recién hace unos meses esa regla incluye internet, es decir, si se quiere concursar el cuento no debe haber sido publicado ni en revistas virtuales, páginas web, o blogs, o sea, el cuento debe haber estado más escondido que el tesoro del cerro colorado (leyenda de Huaura por si acaso) Así que el proximo cuento que coloque en este blog, ya habrá sido publicado en papel impreso.

Tuesday, December 26, 2006

LA SONRISA DE RAFITO


Carloncho salió del baño, corriendo desnudo y acomodándose la toalla alrededor de la cintura. El timbre sonaba insistentemente.
– ¡Carajo! ¿Acaso no hay nadie en esta casa? – profirió mientras cruzaba la sala mojando la alfombra imitación persa. Al abrir la puerta encontró la cara de Rafito acompañada de una enorme sonrisa.
– ¡Me caso Carloncho, me caso! – muy alegre anunció Rafito, mientras su amigo no le correspondió el júbilo.
– ¿Quééé? ¿Tas bien huevón Rafito? o ¿Estás borracho?
– ¡No hermano, me caso, y adivina con quién!
– ¿Con tu mano derecha? -Preguntó Carloncho incrédulo y temblando de frío- ya pasa que me voy a quedar tieso por el aire.
Los jóvenes ingresaron a la sala y Rafito se lanzó al sofá grande, con los brazos estirados y extendiendo su risa por todo toda la casa.
– ¡Por fin me ligó Carloncho! Tantos años templado de ella, tantas veces choteado, humillado, para que al final ella misma me lo pida – Otra vez Rafito descargó su estruendosa carcajada.
– Oye Rafito ¿Puedes hablar claro de una vez por todas? – Exigió Carloncho mientras se colocaba bien la toalla para que no se le caiga.
– No me vas a creer Carloncho – Respondió Rafito recuperando el oxígeno - Me caso con Mariana. ¡Con Mariana! El amor de mi vida, la hembrita más preciosa de este pueblo de mierda, la más...
Carloncho se sentó al lado de Rafito interrumpiéndolo y sacando sus pies del sofá.
– ... la más sobrada, la más pituca. Cálmate huevón ¿De qué estás hablando? Mariana está con Pietro, se caga por él, siempre se ha cagado por él, porque es el único que tiene carro y billete. A ti jamás te dio bola, ni de chibolos cuando jugábamos a la botella borracha.
Rafito se acomodó en el asiento y se acercó a Carloncho sujetándolo de las orejas.
– Escucha, te voy a contar algo que todavía no le cuento a nadie y disculpa por no haberlo hecho antes.
Carloncho desprendió de sus adoloridas orejas, las manos ansiosas de Rafito.
– Mariana mancó con Pietro, ya no quiere saber nada con él – Prosiguió Rafito mas calmado y serio.
– ¿Y? – Preguntó Carloncho indiferente. Rafito continuó su historia.
– Hace unos meses me llamó por teléfono, yo me sorprendí como comprenderás, pero fui a su casa. Me contó llorando que había mancado con Pietro porque el muy conchasumadre le sacó la vuelta y se largó a Lima sin explicaciones.
– Ta bien carajo – Sentenció Carloncho.
– Ella no se lo contó a sus amigas porque le daba roche terminar cornuda, tú sabes que ella siempre fue muy segura de sí misma...
– Creída de mierda.
– La vaina es que confió en mí porque sabe que yo siempre la quise.
– Arrastrao de mierda.
– Entonces la invité a salir y luego al cine y así fue por unos días hasta que .... – Rafito calló y sus ojos brillaron, acompañados de la sonrisa que una vez más se le dibujaba en el rostro.
– ¡¿Hasta qué?! ¡¿Qué pasó?! ¡Habla! – Ansioso inquirió Carloncho.
– Pasó lo que tenía que pasar porque Dios existe y es muy justo.
– ¡¿Qué pasó carajo?!
– Hicimos el amor en su casa, una noche en la que no había nadie – Respondió la gran sonrisa. Carloncho se levantó y empezó a caminar por la sala desesperado.
– ¿Te la tiraste? ¡Mierda! ¡No te creo, ni cagando. Siempre fuiste un huevón, ni cagando, ¿Por qué no me llamó?, soy más pepa, más cuero. No te creo, ni cagando, estás alucinando.
Rafito se puso de pie violentamente y levantó la voz
– ¡Mariana está esperando un hijo mío, imbécil!. ¿Eso te parece una alucinada?
Carloncho se quedó callado y se sentó suavemente en el sofá.
– Puta madre, la llenaste.
– Si Carloncho, por eso nos vamos a casar, pero no se lo digas a nadie. ¿Estás solo en tu casa, no?
Los dos amigos voltearon al mismo tiempo y descubrieron a la hermana, la mamá y la abuela de Carloncho asomándose por la puerta del comedor con rostros de sorprendidas telenoveleras.

Mientras tanto, Mariana lloraba sentada en su cama. Janet estaba harta de consolarla, pero le daba lástima; tenía la certeza de ser su única amiga.
- Yo no me quiero casar con ese imbécil, Janet ¿Por qué no regresa Pietro?
- Ya Marianita. No creo que Pietro se quede tan tranquilo cuando se entere que estás esperando un hijo suyo.
- Pero ya tendría que haber regresado, Lima está a dos horas. – Sollozó Mariana – Además, el muy idiota sabe que coqueteé con Rafito, únicamente para darle celos.
- Sí pues. – Consoló Janet - Pero es que tal vez le fue bien en Lima y encontró otra chica, tu sabes, ya desde antes tenía celos de tu primo Sebastián.
- Pero él es solo mi primo, casi mi hermano – Se excusó la linda Mariana - Yo quiero a Pietro, Janet. Él es el hombre de mi vida.
Janet asumió su posición de amiga única y le llamó la atención.
- Entonces no debiste pedirle a Rafito que firme a tu hijo, el es idiota, pero es un buen chico y ya ves hasta te pidió matrimonio.
- Es que estaba desesperada Janet - Volvió a llorar Mariana - pensé que Pietro no volvería jamás y no puedo esperar a que la barriga se me note.
- Y ¿porqué no te vas a Lima y ....? - Insinuó Janet con dramática expresión mientras subía y bajaba la mirada entre el vientre y bajo vientre de Mariana, para luego terminar mirando el piso.
- ¿Abortar? ¡Estás loca! Eso es pecado, alucina, es pecado. – Respondió Mariana alteradísima y persignándose.

A la semana siguiente, Pietro tiró su mochila al bajar del ómnibus en el paradero interprovincial Puerto Seco – Lima – Puerto Seco y despectivo nombró a Mariana.
– ¡Esa perra ...!

En un restaurante cercano al puerto, Rafito saboreaba un delicioso ceviche en compañía de su mamá, hermana, Mariana, Janet y Carloncho, seis personas en una mesa para quince. Emocionado pronunció un discurso levantando su copa de vino blanco.
– ...Y este emotivo brindis es para anunciar a todos ustedes mi familia y mis queridísimos amigos de esta cada vez más dichosa vida, mi matrimonio con Mariana, la mujer más linda del mundo.
Todos respondieron con un ¡salud! sin ganas, mientras Carloncho y Janet aprovecharon el desigual beso de los novios para hacer otro brindis en voz baja.
– Pudiendo estar con un buen partido se casa con este idiota – brindó Janet.
– Por el idiota con suerte – saludó Carloncho, ya medio borracho.
Mariana lloraba de emoción o desdicha, le daba lo mismo, solo quería llorar el resto de su vida. Pietro llegó al restaurante en ese momento, todos se quedaron estáticos y en silencio, esperando oír sus palabras.
– ¡Eres una cualquiera! – Sentenció Pietro fríamente.
Mariana se levantó del asiento y corrió hacia Pietro como si este la hubiese llamado por su nombre.
– ¡Pietro! ¡Amor! ¡Volviste por mí! – alegre cantó Mariana.
Pietro retrocedió un paso y levanto una mano para detener la embestida de la novia.
– Yo no he vuelto por ti, “amorcito” – respondió sarcástico - solo quería saber si era verdad lo que me contaron y ya veo que es cierto.
– Pero amor, este hijo es tuyo – desesperada contestó Mariana al ver que su galán podía fugar por segunda vez - Rafito jamás me tocó... solo me estaba haciendo el favor de darle un papá a nuestro hijo. Tú sabes que este tonto siempre estuvo enamorado de mí ... y como te fuiste sin avisar ...
– Pobre Rafito tan idiota como siempre – con lástima miraba Pietro al triste novio.
En silencio Rafito sentía la mayor de las vergüenzas y humillaciones. Sus amigos se sintieron defraudados, sobre todo Carloncho que siempre confió en él.
– Ay! que linda la actitud de Rafito – fue el caritativo comentario de su hermana.
Es todo un caballero como su padre – precisó la mamá, mientras Pietro no alteraba su expresión de asco hacia Mariana.
– Eres una perra, Mariana. Tu primo Sebastián llamó a Lima para decirme que ese hijo es suyo, pero prefirieron al idiota de Rafito, antes de escandalizar a tu familia. Y ahora no contenta con enyucar a Rafito, quieres hacer lo mismo conmigo. ¡Que triste es tu vida!
Pietro se fue y Mariana se quedó parada en una sola pieza. Los cuatro invitados salieron del restaurante entre murmullos. Rafito cogió la botella de vino y también se fue sin rumbo dejando sola a Mariana.... y su hijo.

Algunos dicen que Mariana murió en Lima mientras abortaba, otros dicen que vive allá con su primo Sebastián, alejada de su familia, lo cierto es que se fue y nadie la vio nunca más. Rafito volvió a ser el chico tímido y triste de siempre, de vez en cuando lo buscaba alguna mujer embarazada preguntándole si se quería casar con ella. Carloncho le invitaba un trago todos los viernes por la noche, pero nunca más vio en el rostro de su amigo, aquella enorme sonrisa de felicidad con la que le comunicó su matrimonio con Mariana.

Fin

Sunday, October 01, 2006

ESA NOCHE

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Nunca pensé que pudiera pasar, cuñao, todo iba tan bien, parecía eterno. Estábamos hechos el uno para el otro, solo esperábamos el momento de encontrarnos y listo, éramos felices. No importaba el lugar, en la universidad, en la playa, en los cerros, en los parques, en los baños, en su casa … me encantan sus piernas y las tengo solo para mí, no, puta madre, las tuve … ya no tengo nada de ella, y fue por culpa de su vieja, se rayó y de la nada me botó de su casa, ni siquiera me dejó entrar, huevón. Siempre llegábamos con la última botella de la noche para acompañar las caricias de la madrugada, allí hacíamos lo que queríamos, teníamos todo el primer piso para nosotros, la vieja me saludaba contenta, le decía que había comida en la refri y chau, no molestaba más … ¡puta madre! ¿Qué le pasó esa noche? La vieja sabía que la acompañaba para quedarme, la negra vivía en el culo del mundo, por Zárate, pasando el cerro San Cristóbal ¿mayas por allá? … yo me tenía que regresar hasta San Borja, así que ni cagando me iba a esa hora. Además, ya estaba establecido, yo la acompañaba y me quedaba … y carajo … como gozábamos toda la madrugada. Me gustaba escribirle poemas … eeee … horas grises, corta vista … tu desnudez fluye dejándome inerte … ¿qué más? … ah sí … soledad volviendo a nada … Pero esa noche, la vieja se cruzó y no me dejó entrar. Me largó sin importarle las súplicas de la negra, que rica que es, o que rica era, no sé … salú compadre. Ella lloraba porque sabía que yo no tenía un puto sol en el bolsillo y un taxi me cobraría un huevo de plata hasta mi casa, y ni pagarle al llegar porque mi abuela estaba de viaje y regresaría al otro día. Me alcanzó las dos últimas monedas que le sobraban en el bolso, porque su vieja no le permitió subir a bajar más plata. Una huevada ser misio cuñao, es que todavía no termino la universidad y si me pongo a trabajar descuido mis estudios, bueno, no es que sea tan estudioso, pero ya quiero terminar … puta ya empezaron los noventa y yo empezé en el ochentaicinco, me estoy demorando mucho en la universidad, chesumadre … es que tampoco voy a estar de cualquier cosa compadre, si trabajo tiene que ser en algo que me guste y por lo que me paguen bien … yo escribo ¿manyas? poemas, cuentos, guiones, le he escrito varios poemas a la negra … tan buenaza, chesumadre, vieja loca como la cagó, ¿cómo era ese poema? algo así como … vuelve de la penumbra, derróchame en tus laberintos … eeeeeeeeeeeee … fluye terrena, por mis poros … y no se qué más, puta no me acuerdo, pero esa noche me acordé de toditos, bueno, no son muchos. Como te contaba chochera, me dio un sencillo para que me ayude en algo y por supuesto que le pedí la botella de vino que habíamos llevado para las caricias que quedaron desdibujadas en las nubes negras de esa noche, ¡chucha! me puse romántico, ¿ya ves? soy medio poeta, huevón, bueno, huevón también a veces … soy bien romántico a la franca. Me puse a caminar con la botella en la mano, ella no me la quería dar porque yo ya estaba bien borracho, mucho más que ahora, y suponía que si me iba chupando a esa hora de la madrugada y por esos barrios tan peligrosos, pues algo me tenía que pasar, se cagaba de miedo, la verdad yo también me cagaba de miedo cuñao, pero le dije que la botella me serviría de arma de defensa. Así que me la dio llorando … conchesumadre, deseaba hasta a sus lágrimas … pero me fui, como te decía, con la botella en la mano. Caminé por la avenida principal de Zárate, ¿cómo se llama? esa que sale al río Rímac, puta madre, alucíname caminando con mi botella por la orilla del Rímac a las dos o tres de la mañana, ¡a su madre! me tomé un trago y seguí caminando, salú, supongo que zigzagueaba entre las luces de los carros porque caminaba por la pista, yo siempre camino por la pista cuando estoy borracho, no vaya a saltar un choro desde un rincón de la vereda y la cagada. Claro, un auto me puede atropellar, pero no sé por qué me siento más seguro en la pista. No sé. Además, me debo ver alucinante en contraluz con mi botella, como en una película del cine negro americano … puta madre, a ella le encantaba tomar fotos, era fotógrafa, me tomó en todas las poses ¿qué habrá hecho con las fotos? yo también le tomé varias, en la playa, bueno no tantas, pero en la playa, con su bikini, tenía un … ah ya … vuelve de la penumbra, derróchame en tus laberintos … fluye terrena, por mis poros….¡vieja de mierda como la cagó! de hecho me hubiese tomado una foto caminando por la pista con mi botella y las luces de los carros reventando en mi espalda como estrellas o rayos. ¿Qué bacán no? Parecía una escena de Blade Runner, esa pues con … ¿cómo se llama? … bueno esa. Parecía una película, pero en ese momento no lo sentía nada bacán, tenía miedo compadre, a la franca. Bordeaba las faldas del cerro San Cristóbal, por atrás, creo que tiene otro nombre por atrás, y chequeé el barrio de una amiga de la universidad … ¡puta! en San Marcos conoces gente que vive donde menos te lo imaginas, manya que en el primer ciclo un pata nos invitó a su cumpleaños en Ventanilla, cágate. ¿Sabes donde queda Ventanilla? … en el otro culo del mundo, creo que es el último distrito de Lima, al fondo, al fondo. En la carretera al norte creo, como quien se va a Huacho … ¿Manyas Huacho no? … bueno, esta amiga vivía en el Cerro San Cristóbal y subí a su barrio. Unas caras chochera, de madrugada la gente se pone más fea ¿por qué ah? … le toqué la puerta conchudazo, de hecho ya estaban durmiendo, le toqué la puerta con la intención de dormir en su sala. Es mi pata, no me podía decir que no. Abrió la puerta con su mamá, las dos estaban asustadazas, era lógico, tenía cara de borracho asustado y, además, estaba sudando como un chancho ¿aunque dicen que los chanchos no sudan no? … les conté lo que había pasado, y me dijo que podía quedarme a dormir, pero su vieja me dijo que ya no tome y que deje la botella, entonces me empinché un poco, no me puse malcriado pero cuando ya estoy zampao, tengo que terminar todo el trago que hay o no me quedo tranquilo. Salú compadre … además tenía razón de seguir chupando ¿no crees? … me quería relajar, tenía derecho después de lo que había pasado, pero insistieron en que deje la botella, así que me largué también de allí, creo que me llamó un rato, pero no insistió mucho, esa chata no le ruega a nadie. La verdad no recuerdo bien si insistió en que me quedara o no. La cosa es que seguí caminando con la botella en la mano, decidí no tomar porque tenía que tener todos mis sentidos despiertos o medio despiertos, al menos hasta llegar al centro de Lima. ¡Y carajo! para llegar al centro había que cruzar el puente que está por la plaza de Acho, ese que viene de la avenida Abancay, pero como estaba lejos, entonces crucé otro puente que estaba cerca. Luego de algunos días me enteré que se llama puente Huánuco … creo … resultó recontra bravo compadre. Las caras cada vez se iban poniendo más feas, hasta que me di cuenta donde mierda me había metido … ¡conchesunadre, estaba en un fumadero de pastrulos! delincuentes de mierda, de esos que ya están consumidazos por la droga … no me mires feo cuñao, no te estoy paleando, ¿o es otra cosa? … bueno, parecía un campamento de refugiados a los que habían abandonado a su suerte durante cien años, la gente estaba tirada en carpas hechas con sábanas viejas y asquerosas, papel periódico mugroso, ropa podrida, puta un asco. De hecho que si me veían me sacaban la mierda y me dejaban muerto, claro que primero pasaba por las armas de todos esos hijos de puta, conchasumadre ¿alguna vez te has imaginado morir violado por mil pastrulos? toditos dándote duro, ja, ja, ja, ejem … no te molestes chochera … ahora me río pero en ese momento creí que solo llegaba hasta allí. ¿Sabes lo que hice para pasar piola? me guardé los anteojos y me revolqué en la tierra cochina para ensuciarme todo, tenía el pelo un poco largo así que también me lo revolví con la apestosa tierra esa y quedé greñudo. Parecía un loco callejero, uno más de ese grupo … entonces tomé un trago y crucé esa calle … como en una escena de Fellini … me pareció que me desdoblaba, me veía desde arriba, en plano general, en cámara lenta, era una película chochera … caminaba apretando la botella y la calle de mierda parecía que se estiraba en lugar de acercarse, como ese efecto que se hace con el travelling inn y el zoom back al mismo tiempo ¿manyas? … puta no vas al cine ¿no? … en esa escena mi personaje era un hombre que iba desapareciendo como las imágenes que veía desde sus ojos huérfanos … la miopía sumada a la borrachera me hacía ver todo en desenfoque y a medio disolve … o sea todo borroso pues compadre. Sin embargo, desde esa penumbra continuaba viendo esas imágenes de hombres que ya tenían poco de humano, rostros desfigurados por la caña, el alcohol metílico, la pasta, y quien sabe que huevadas más, y yo, por instinto de conservación, convertido en un reflejo de ellos en el lapso eterno de tiempo que duraba el caminar esa calle … salú hermano … salí por unas calles meadas que me llevaron a la plaza España, detrás del Congreso. Estaba sano y salvo como si la tierra asquerosa que usé de maquillaje me hubiese convertido en un ser invisible … ¿Me quieres decir algo? ¿no? … Bueno, me senté en una banca a descansar un poco, tomé un trago y de pronto miré hacia la casa de mi profe de fotografía, sí, vivía allí en la plaza, ¡te lo juro! tenía que contarle lo sucedido, se iba a emocionar con mi aventura y mi puesta en escena, le iba a contar imágenes dignas de sus mejores fotos. No lo veía hacía un huevo de tiempo ya que su curso lo llevé en los primeros ciclos, pero era mi pata, en varias ocasiones nos tomamos un trago hablando de cine, de foto y de mujeres por supuesto, le gustaba un poema mío … creo que era así … Despierta en mi angustia, pierde mi lengua entre tus piernas brunas, encuéntrala en tu palabra … ¿ah? me acordé. Las hembras lo traían loco, como a todos creo ¿o a ti no? … no me mires feo pues compadre, te estoy contando no más. Estuve tocando el timbre, la puerta, y hasta gritando su nombre y no salía, hacía un escándalo que si pasaba un tombo me metía preso, pero me parecía muy raro que no hubieran policías cerca, estando a dos cuadras del Congreso. En fin, se asomó por su ventana con una cara horrible, parece que le malogré su sueño, levanté mi botella y le dije salú profe, con mi mejor sonrisa, o mueca … pero me mandó un carajo que me hizo volver a la realidad, me trató como si me hubiese convertido en un vago alcohólico, y claro, eran las tres o cuatro de la madrugada supongo, y yo estaba allí, a un millón de kilómetros de mi casa, en una facha de lo peor, había olvidado limpiarme, sacudirme ese personaje que me salvó la vida, pero era demasiado tarde, mis intentos por decir palabra fueron infructuosos … inútiles pues … hablaba por las huevas porque el profe me mandó a rodar mirándome decepcionado. Me llegó al pincho y seguí caminando, mi objetivo era esperar que amaneciera para tomar un micro, que era para lo único que alcanzaba el par de soles que tenía, calculando podía llegar a Parque Universitario ya de día. Así que me fui a la avenida Abancay … ¡mierda! que miedo da la Abancay de madrugada … harto pastrulo, loco, y de hecho, rateros que ya se gastaron su jornal y están chambeando doble turno … esa cara que pones … así que otra vez me despeiné, pero ni cagando me iba a echar ese barro meado que hay en los sardineles o jardincitos que hicieron en la avenida, creyendo que crecería algo allí. Caminaba despacio para no llegar de noche al Parque Universitario, ese era otro lugar prohibido a esa hora, bueno, a cualquier hora, pero de noche da más miedo ¿no es cierto? ¿o a ti no te da miedo? … Iba tomando para darme valor, y para emborracharme de nuevo porque ya se me estaba pasando la tranca, la avenida a esa hora parecía una escena de un drama en Harlem, ese barrio donde viven los negros gringos ¿has visto no? Calles llenas de basura y fantasmas oscuros que te descuartizan en la esquina por un par de monedas o por puro deporte. Esto era igual, bueno, parecido, pero sin muchos negros, o mejor dicho, negros diferentes, acá hay más colores, tú sabes, ja, ja, ja, salú … no soy racista, no te ases … ella era negra … es negra … ¿Dónde estará? … ¿Qué estará haciendo? … Se fue a Francia ¿sabes? … no quiero ponerme triste. Estaba pensando en ella, tratando de recordar el poema completo, le escribí varios poemas ¿te conté? … la verdad no muchos, pero eran eróticos, ¿cómo era ese? … despierta, agita las sábanas del universo ajeno … eeeeeeeeee …. ¡ya! ….traslación, rotación, antihorario, antinatura … me arrecha mucho pensar en ella, de hecho nunca gozé tanto, y ella tampoco. Tenía como mil orgasmos antes que yo acabe. Salud … Estaba pensando en ella, y de pronto apareció un tipo con un costal sobre los hombros, puta madre casi le reviento la cabeza con la botella, pero el pata levantó la mano y sonriendo me pidió que me tranquilizara, que me venía a hacer la taba porque hace rato me estaba viendo dando tumbos y me podían robar en cualquier momento. La verdad yo no entendía como seguía intacto hasta ese momento, miré al tipo del costal, le brillaban los ojos, y su enorme bigote sonreía gracioso, me recordaba a algún personaje de esas comedias mexicanas de los años cincuenta, me cayó bien … así como tú también me caes bien, por eso te cuento … le creí que me protegería y caminamos juntos por la Abancay, me dijo que me acompañaría hasta el Parque Universitario, esa era su ruta de chamba ¿manyas? era botellero, reciclaba las botellas que encontraba tiradas en la calle y en los basurales, así que ya te imaginas cuantas fue recogiendo en el camino. Me pidió que le regalara la mía cuando decida terminar y acepté el trato. Cuidaba mi vida a cambio de una botella, mi vida valía una botella … ¿Soy bien dramático no? … Estoy borracho … No sé que hubiese pasado si alguien se acercaba a robar, ¿me hubiese defendido? … No sé … pero me gustaba la idea de andar acompañado del ángel de la avenida Abancay … Salú … aajjj … está feo tu trago pero funciona … Me preguntó que diablos hacía allí a esa hora y le conté toda la historia con lujo de detalles, se cagaba de risa, y su risa también parecía mexicana, ja, ja, ja. Le conté también que no era la primera vez que caminaba borracho en la madrugada por calles poco familiares para mí, no sé de donde mierda vino esa costumbre, pero sentía que era una necesidad, necesidad tal vez de encontrar algo interesante, nuevo, raro, tal vez encontrarme a mí mismo o a una felicidad con rostro de calle vacía … caminé muchas madrugadas durante la década que terminaba, caminé los años ochenta con toque de queda, buscando la emoción allá afuera, como decía Charlie … Charlie García, el de Sui Géneris, Serú Girán, ¿lo manyas? … ¿no lo conoces no? … no me creía, le parecía imposible que haya caminado en toque de queda y siga vivo, no me pareció raro, a mí también me costaba creerme a veces … pero es verdad chochera, no me mires así. Una vez … la primera vez que conocí Comas ¿conoces? … también fue por un cumpleaños de un pata de la universidad, puta que en San Marcos encuentras gente de todo el Perú, bueno, en ese cumpleaños salí y encontré otro ángel que me cuidó en un circo hasta el amanecer. Sí, era guardián de un circo … ¿No me crees no? … tampoco me creyeron mis amigos … este ángel mexicano de la avenida Abancay me hizo recordar aquella oportunidad. Me preguntaba por ella y le fui contando … puta madre … también le conté que había un francés de mierda que la estaba siguiendo, era su profe de la alianza francesa, ¡pero a ella no le gustaba, huevón! ¡me lo dijo mil veces! … solo le gustaba andar conmigo … aunque a veces le sacara la vuelta … puta, el botellero de mierda insinuó que la vieja vio en el francés el mejor partido para su hija y por eso me choteó … carajo que cólera me dio este huevón del botellero mexicano … pero tenía razón … ¿Te conté que ella se fue a Francia? … ¿cómo era ese poema? … tanteo tu halo en École Militaire donde te llevaste el metro … para dejarme corriendo tras la combi en Javier Prado …. puta no me acuerdo. Salú … Llegamos al parque Universitario y como calculamos ya estaba amaneciendo, le entregué mi botella, él me entregó una chata de ron para no dejarme desarmado, me despedí de él y seguí caminando, a la chata le quedaba un poquito de ron y me lo soplé, puta estaba horrible … los pirañas estaban demasiado terokaleados para hacerme algo, dormitaban en los rincones que los abrazaban como fríos padres adoptivos, en esa mañana también abandonada como ellos … como yo … como un amor que recién sentía como tal … ya se arreglará todo mañana, o más tarde, pensaba, mientras buscaba algún ómnibus conocido que me lleve a casa … ¡Carajo me pone depre tu trago! … Cuando llegué a casa busqué las llaves en todos mis bolsillos, de hecho se me cayó al revolcarme en la tierra o al sacar mis anteojos del bolsillo de mi pantalón. Con toda la vergüenza del mundo me tiré en el pasto del parque al lado de mi casa. Mis ojos pesaban más que cualquier vergüenza … que rico jatéé carajo … pero soñé que ella besaba al francés horrible ese. Esa conclusión del botellero o ángel mexicano de la avenida Abancay era lo que menos quería encontrar esa noche … Estaba dormido cuando ella me despertó llorando al verme tirado en el suelo y más sucio que una rata. Fue a buscarme preocupada por lo que me hubiese ocurrido ¿y sabes lo que hice? le dije que mejor no nos volvíamos a ver, ¡que se podía ir con su francés! ¿conoces alguien más idiota que yo? … me desperté con los diablos azules ¡maldito trago! Se fue llorando como vino, mientras yo intentaba inútilmente levantarme del jardín. Chesumadre como me arrepentí luego, al despertar por segunda vez en mi cama, con mi abuela más molesta que nunca, sin una palabra para mí … ¿Te conté que la negra se fue a Francia? … antes que se vaya intenté pedirle perdón, pero ni siquiera me quiso escuchar … se casó con el francés como supuso el botellero … pero estoy seguro que si hago el camino de vuelta la volveré a encontrar en su casa … ya me acordé que sigue … combi que navega en el Sena donde me olvidas cada día … al contemplarlo como no al Rímac … ni a mi fantasma en sequía. … ¿No tienes más trago cuñao? Aún es de madrugada … ¿Vives en este puente? … ¿No me quieres acompañar por la avenida Abancay? Vamos pues … ¿No conoces al mexicano recolector de botellas? … estoy seguro que aparecerá en cualquier momento … tengo que estar borracho y en el mismo lugar en que lo encontré, lo busco todas las noches para que me diga que es mentira lo del francés, me devuelva la botella de vino y poder tomarla con ella mientras nos acariciamos toda la madrugada … Oe compadre, no te vayas, oe.


FIN

Friday, September 15, 2006

TUMBALATAS


La intranquila mirada de Mares me buscaba desde su carpeta de madera, mientras el profesor Barrón, escribía en la pizarra problemas matemáticos que hasta ahora, 30 años después, no logro solucionar. Al encontrarse nuestras pupilas, Mares me desafió una vez más levantando un borrador de tinta con la mano izquierda, y amenazando con arrojármela. No era necesario que me lo dijera, quería ganarme al tumbalatas para ser el campeón indiscutible, casi siempre empatábamos o alguien se picaba. Tal vez Mares estaba pensando - “ Ahora no te vas a poner a lloriquear Tortuga” - yo por si acaso le hice una seña - “Calla ñoco”- le respondí en voz baja para no hacer tanta bulla, pero a Darío y a Roca no les interesó hablar en señas y con un - “¡Uyyyyuyuy car’e cuy!”- en constante coro, echaron más leña al fuego rompiendo la tranquilidad del salón. En ese instante, el profe Barrón volteó hacia nosotros atraído por el rítmico murmullo, y descubrió nuestros gestos obscenos.

Otra vez nos quedamos castigados barriendo todo el patio sin pronunciar palabra y bajo la supervisión del Hermano Claudio, que sentado en su vieja silla, nos repetía hasta la saciedad como ser un buen alumno marista.

Mares y yo salimos del colegio una hora después que los demás. Traspasar las puertas significaba encontrarse de lleno con el malecón de Huacho, su puerto, su playa, y nuestra libertad. Abajo, en el pequeño pantano cerca de la playa, nos esperaban Darío y Roca con las latas de leche que recogieron por los pampones, el sol de primavera que ya quemaba, y mi perro Máuser mordiendo las olas del mar embravecido. Bajamos corriendo las escaleras del malecón cantando canciones de Los Iracundos y Nino Bravo, mientras el viento traía consigo el aroma de las plantas enredaderas que crecían en el acantilado, regadas por filtros de agua que formaban chorrillos sinuosos que acompañaban nuestra carrera hacia la playa. – “ Por fin llegaron las madres. Nosotros fuimos a almorzar y regresamos” - Nos recibió Darío mientras eructaba fuerte. – “¡Llegó Ultramán a sacarles su mierda!” - Le respondió Mares haciéndole una llave en el cuello. – “Uyuyuy qué miedo” - Provocó Roca haciendo temblar sus manos como los monstruos enemigos del capitán Ultra. Tomé la primera piedra que encontré en el suelo y la lancé con furia hacia las latas que esperaban colocadas sobre las peñas de siempre. Mares soltó a Darío que ya tenía un color azulado en las pecas, y se rió de mí por haber tumbado solo dos de las seis latas. Era imperdonable entre nosotros derribar menos de tres con el primer tiro.

Ese día competimos toda la tarde. Darío y Roca siempre perdían. Los mejores tiradores, los más punteros, éramos siempre Mares y yo. El triunfo iba de un lado a otro, mientras que los perdedores se dedicaban a molestar y burlarse de todo. De pronto, cayó la última lata y la piedra no la lanzaron mis manos. Una vez más Mares ganó dos veces consecutivas.- ¡Yeee! ¡Señoras y señores otra vez “Ultramán” gana en tumbalatas sacándole la mierda al “Tortuga” que queda segundo como siempre! Eso era insoportable, hasta ahora me molesta cuando lo recuerdo. Darío y Roca festejaban el triunfo de Mares como si hubiesen apostado por él, me sentí traicionado, avergonzado. Máuser me miraba sin “pronunciar” ladrido, hasta que entendí sus pensamientos. – “¡No fastidies Mares!” – grité. Los tres me miraron en silencio un segundo, antes de ponerse a cantar y bailar a mi alrededor - “No llores, no llores, mariposa de cartón, las penas del alma hacen mal al corazón” - canturreaban los payasos, mientras odiaba a Los Iracundos en ese instante - “¡Con estos sonsonazos no se puede jugar tranquilo!” - callaron – “Tenemos que ganar tres veces seguidas para tenerr un verdadero campeón” – planteé como única esperanza de reinvindicación. Mares se mantuvo en silencio mirándome fijamente, Darío y Roca esperaban la respuesta con no menos ansiedad que yo, para ellos nuestro enfrentamiento era un divertido espectáculo. Finalmente Mares aceptó y entonces encontramos un nuevo y más lejano punto que tumbar y competimos otra vez. Yo tenía que ser el ganador absoluto. El campeón.

Las piedras surcaban el viento que las desviaba con más fuerza cada vez, dificultando terriblemente acertarle a las malditas latas. Máuser se estaba cansando de traer de regreso las piedras que yo lanzaba. Mares y yo también nos cansamos, el sol se sumergía en el encrespado mar pintando las bolicheras de un agresivo naranja, y ninguno logró tumbar las últimas latas. La brisa del atardecer enfriaba todo, y el hambre advirtió del fuerte castigo que nos esperaba por llegar tarde a casa. Acordamos nuestro encuentro a la salida del lunes, para definir de una vez por todas, quién sería el campeón de tumbalatas.

Ese fin de semana casi no pude dormir. Esta era mi oportunidad de ganarle claramente, por mucho tiempo acepté tener menos puntería que Mares, pero en los últimos días la había afinado, y ya le hacía una competencia pareja. Pero quería ser el mejor y luego contarlo y demostrárselo a todo el salón. No podía dejar pasar esta oportunidad. Abracé a Máuser y le hice una promesa - “Te lo juro por Dios Máuser, el lunes le voy a ganar a Mares, tengo mejor puntería que cualquiera en el tercero A. No juego pelota como Alarcón, ni saco buenas notas como el chino Momi, pero soy el más puntero del salón. Voy a entrenar sábado y domingo, Máuser. Por la culpa de ese huevón no voy a ir al cumpleaños de Jenny, ni el domingo a la matiné con los patas del barrio, por su culpa ni siquiera voy a hacer las tareas. El lunes le voy a ganar y se va a quedar calladito el conchasumadre. Y lo voy a hacer yo solo Máuser, sin rezarle a Marcelino Champagnat, porque eso sería hacer trampa.”

Para el lunes ya estaba listo, había logrado tumbar las más lejanas y escondidas latas que encontré entre acantilados y pampones que exploré con Máuser. Pasamos al salón después de cantar el himno y rezar el padre nuestro. No vi a Mares en el patio ni en el salón, por un instante creí que se había rendido asumiendo mi superioridad. Pero no, debíamos competir, debía demostrarle que yo tenía la mejor puntería del salón. Mares no llegó nunca, el Hermano Director interrumpió la clase para comunicarnos la tragedia; Mares murió al caer de su azotea, aparentemente, se encontraba jugando con unas latas.

Esa tarde en el velorio, lloraba de cólera y odio hacia Mares por haberse muerto antes de nuestra competencia. Las latas esperaron en el acantilado junto a Máuser y las mejores piedras que encontró frente al mar.A la semana siguiente, me retaron para intentar quitarme el puesto de campeón.



A Juan Carlos Mares Sánchez, el campeón de 1973.
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Monday, February 27, 2006

Este cuento lo escribí en 1989 aproximadamente, siendo estudiante de comunicación en San Marcos. Al año siguiente adapté el cuento a guión para realizar mi primer corto de ficción que llevó el mismo nombre "Tribulaciones de un reprimido" Áños después, en el 2004 lo inscribí en el concurso de cuentos de la A.C.J. y obtuvo el tercer lugar.

TRIBULACIONES DE UN REPRIMIDO

Sólo faltaban tres cuadras para llegar al pequeño teatro, su caminar pausado contrarrestaba los deseos de llegar pronto. Sus pensamientos adelantaban los pasos para acortar la distancia y retrocedían en el tiempo para alargar su vida. Recordaba la noche en que llegó por primera vez a aquél teatro, atraído por la simple curiosidad de ver representada por actores nuevos, una obra contemporánea distinguida en un país lejano y muy diferente al suyo. Recordó cómo los actores fueron encarnando con mucho esfuerzo a sus personajes, evocó también el instante en que ella ingresó a escena y revivió todo el placer que sintió al verla.

Se detuvo un poco antes de llegar al borde de la vereda y esperó a que pasaran el par de automóviles, para luego atravesar la angosta pista. Algunos peatones cruzaron antes que los autos, sin importarles por qué aquel joven se detuvo con anterioridad. Volvió a adelantar sus pasos e involucionar en el tiempo. La recordó de pie en el escenario, y como la deseó de inmediato, era diferente a las demás actrices, distinta a todo lo que la circundaba. Volvió a verla tras de sus ojos, corriendo descalza sobre las tablas, echada sobre la cama, subiendo y bajando las escaleras, hablando y gritando, riendo y llorando, vivía su personaje. Era toda vida con o sin personaje.

Evocó su frágil figura, los cabellos lacios, largos y castaños, cayendo suavemente sobre sus hombros pequeños después de acariciar su rostro pálido; sus inmensos ojos oscuros que transmitían una mirada indescifrable, ojos apoyados en sombras igualmente grandes, recordó su nariz, pequeña y recta nariz, siempre señalando agresiva... y esos labios carnosos, ligeramente entreabiertos, como dispuestos a devorar la boca que cruzare ante ella. Siguió rozando con sus evocaciones el cuerpo de aquella chica; sus redondos y modestos senos de apariencia adolescente, la curva de su cintura y caderas hasta llegar a sus rosas y contorneadas piernas que acarició suavemente en intemperantes miradas.

Las ganas de fumar un cigarrillo se apoderaron de él. Aminoró el paso para buscar el solitario vicio en todos los bolsillos del saco, mientras crecía su ansiedad. Al encontrarlo suspiró de alivio. Prendió el cigarrillo luego de luchar con su gastado encendedor. Un vendedor ambulante le ofreció uno nuevo, pero él no le hizo caso y siguió su camino.

Cruzó otra pista y sus recuerdos subieron a la vereda de enfrente antes que él llegara. Aspiró profundamente el humo y expelió una placentera bocanada, acentuando su gozo con las reminiscencias de aquel par de horas en que observó a aquella preciosa chica de mirada indescifrable. Calculó que su edad no pasaría de los veinticuatro o veinticinco años, en realidad la edad no importaba, tampoco su nombre, que leyó en el afiche que no compró. Sólo le importaba perpetuar su imagen de joven despreocupada, tal vez con cierto tufillo a marihuana; pituca clasemediera o producto de la burguesía, como diría su profesor de materialismo dialéctico, el mismo que citaba a Lenin para decir que lo mejor de la burguesía son sus mujeres. Sonriendo por mezclarla con los recuerdos de la universidad, dio una última pitada al cigarrillo, lo botó a la acera sin pisarlo y continuó su camino. Mientras un orate de la calle, recogió el pucho y se sentó a disfrutarlo.

Llegó al pequeño teatro diez pasos luego de sus pensamientos, mientras sacaba el dinero y el carnet universitario para adquirir su media entrada, su mirada recorría tranquilamente el hall, el patiecito y la cafetería, sin translucir la búsqueda desesperada por encontrar a la chica que atribulaba sus pensamientos. La halló sentada tomando un café junto a otra joven parecida a ella, con ese aire a hippie de boutique y conversando en voz muy alta y gesticulando exagerada, como siempre lo hacen los actores cuando están reunidos. La mujer de la boletería le entregó su media entrada de mala gana, él tomo el boleto y lo guardó en el bolsillo de su camisa blanca y arrugada. Aprovechó para sacar otro cigarrillo y prenderlo después de pelear con el encendedor durante un rato. Al aspirar la primera bocanada de humo pensó que sería bueno fumar menos y decidió que ése sería el último cigarrillo del día. La buscó otra vez con la mirada, pero ya no estaba en la mesa de la cafetería, entonces caminó pausadamente por el patio buscándola entre la gente. Reconoció a diversos actores, artistas plásticos, conocidos de la universidad, pero no saludó a nadie y la indiferencia fue recíproca. La mayoría de la gente llegaba acompañada, ya sea en pareja o en grupos, él siempre andaba solo, sin holas, sin abrazos, sin besos. Sacudió su cabello corto y siguió disfrutando del placentero cigarrillo rubio.

Recordó el trabajo que le dio terminar sus estudios, casi a los treinta años y no a los veintitrés, como había calculado, y la flojera que le daba presentar su tesis para recibirse. Recordó las advertencias de su padre, sobre lo sacrificado que le resultaría quedarse solo en el país a la mitad de su carrera universitaria y recordó a su madre implorándole que se fuera con ellos a aquél país vecino, pero el se negó, se negó a seguir enjaulado y encadenado a sus padres sobreprotectores, se negó a seguir soportando a sus hermanos menores, la libertad lo llamaba a gritos y le esperaba con los brazos y piernas abiertas, después de todo pensó que no sería tan difícil seguir solo, obtendría un mejor trabajo, alquilaría un cuarto y su padre nunca le dejaría de enviar una pequeña suma mensual; pero en realidad no resultó tan fácil como sus proyecciones intentaron vaticinar. Mordió el cigarrillo y aspiró con fuerza, al expulsar el humo hacia delante, sus pensamientos inquietos también lo hicieron. Tal vez no sería tan difícil presentar su tesis y una vez recibido, con su título en mano, renunciaría de una vez a ese trabajo estúpido que nada tenía que ver con su profesión y conseguiría uno de acuerdo a su nivel, tendría una oficina de lujo, dos secretarias, auto del año, subiría de status y mandaría a rodar la lucha de clases y la guerra de guerrillas. Aspiró por última vez el pucho, lo tiró y esta vez lo pisó con fuerza.

Ella no actuaba esa noche, pero guiaba a los espectadores hacia sus asientos. Él se acercó a la puerta entregó su boleto, avanzó un paso y una pelirroja con rostro de manzana, le pidió por favor su número de butaca y dócilmente accedió. La mujer de sus sueños y futuras realidades pasaba por allí y la pelirroja le pidió que lo guiara. Entonces la onírica actriz penetró su mirada en la de él, hasta dañarle la nuca. Le pidió que lo siguiera, él aceptó encantado y satisfecho de que todo resultara tal como lo planificó durante esos días. Tanto tiempo esperó ansioso recibir esa mirada y tener la seguridad de que ella también recibiera la suya, esperando correspondencia en el placer del primer contacto.

Al seguirla hacia la butaca, él acariciaba con su mirada todo ese delicado cuerpo que tenía enfrente. Se atrevió a felicitarla por su anterior actuación, ella agradeció con una palabra corta, una mirada indescriptible y una excitante sonrisa. Al llegar a la butaca, el agradeció amable y ella sonrió nuevamente, pero esta vez iluminó la sala. El se sentó sin poder reaccionar ante aquella sonrisa, deseando verla nuevamente en el entreacto.

El telón no tardó en abrirse y recordó irremediablemente aquella noche en que la vio parada sobre el mismo escenario, recordó también que cumplió estoicamente su función de espectador mientras sus pensamientos rompían los lazos y esquemas establecidos del público pasivo, subió al escenario para echar fuera a todos los actores, arrojándoles por la cabeza sillas y mesas y demás utilería que encontraba sobre las tablas, luego volteó hacia la concurrencia y vomitó fuego incinerando totalmente la platea. Entre cenizas y humo, la actriz lo esperaba desnuda sobre la cama ubicada en el centro del espacio humeante, él quedó suspendido sobre ella sin rozarla y recorrió el delicioso cuerpo con su boca; los cabellos castaños, el rostro pálido, los grandes ojos oscuros, también las ojeras, y llegó a los labios rojos, húmedos y carnosos, lamiéndolos y mordiéndolos suavemente, paladeando la marihuana sin fumarla. Se deslizó hacia los suaves, redondos y pequeños senos que le inspiraban un deseo ligado a la ternura, bordeó con su lengua los rozados pezones, que se hinchaban rítmicamente al compás de sus ansiosos latidos, eran dos pequeños soles a punto de estallar y crear nuevos universos. Saludó mansamente aquél centro de gravedad, mudo recuerdo de la violenta separación materna. Siguió su recorrido y llegó a la sonriente vagina que lo esperaba. Sus manos recorrieron lo largo de sus delgadas y contorneadas piernas, paseando por el suave camino que se transforma de muslos a tobillos y viceversa.

Ella miró hacia los reflectores y las luces fueron bajando su potencia, hasta apagarse por completo, rendidas ante aquella mirada ilegible. Al oscurecer el recinto, formaron un solo cuerpo derramando gemidos por todos los rincones del teatro destruido. Su inquieta imaginación regresó al espectador pasivo sentado en su butaca.

El telón se cerró indicando la culminación del primer acto, no aplaudió, se limitó a esperar que saliera un poco de gente para luego encaminarse hacia el patio, con la parsimonia digna de un anciano presbítero. Llegó al destino trazado, su mirada atravesó los viejos anteojos con la ansiedad de la búsqueda, que culminó al encontrar a la chica acompañada de la pelirroja y la hippie de boutique. Ella le dirigió esa mirada indescifrable por un instante y de inmediato desapareció con sus amigas entre las alborotadas risas.

Igual que en el primer acto de la obra, él no pudo concentrarse en el segundo, ya que sólo pensaba en amarla desnuda sobre el escenario, como tantas veces lo había alucinado, sin luces, sin actores, sin aplausos de un público espectador, sólo la ovación interior de su ego. Se adelantó a pensar que tal vez ella se convertiría en la mujer real que acompañaría su soledad, porque la mujer de sus sueños ya lo era hacia tiempo.

Terminó la obra y apurado se dirigió al patio para encontrarla y hablar de una vez con ella, que también salía del recinto caminando sola y lentamente hacia la puerta de salida, como levitando. Él apuró el paso para abordarla afuera, tal vez le invitaría un café o un trago, y luego serían una pareja entrelazada en besos y paseando por la ciudad que compartía sus deseos durante tanto tiempo. Al salir a la calle vio a esa pareja tal como lo había imaginado, sólo que uno de los personajes no existió jamás en sus sueños ni alucinaciones, ella abrazaba y besaba a la pelirroja, la chica de rostro manzano engullía su lengua usurpando el lugar que él siempre imaginó para sí.

En aquel inaceptable instante una brillante luz esclareció toda su criatura y por fin pudo advertir y aceptar aquel presente que nunca quiso ver, aquel presente que intentó ignorar tratando de revivir muertos putrefactos y pretendiendo acariciar seres no nacidos, y se vio con su trabajo insoportable, su carrera incompleta, su familia lejana y reconoció a su soledad como única compañera.

A unos metros la pareja caminaba de la mano, ella giró su rostro pálido y dirigió hacia él la misma mirada de siempre, pero esta vez él pudo descifrarla claramente.

Fin.
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